Las
universidades americanas son un mito que sigue vigente en la actualidad, tanto
a nivel deportivo como a nivel educativo. Anualmente exportamos muchos
jugadores y jugadoras al otro lado del charco para que se formen en ambas
facetas. He conocido unos cuantos, y lamentablemente el tema deportivo no ha
sido todo lo exitoso que a ellos les hubiera gustado, de hecho, la mayoría de
ellos no han sido capaces de dar el salto a las ligas profesionales de nuestro
país y se divierten con sus amigos en las competiciones autonómicas.
Por
descontado que la NCAA en su grupo D1 es prácticamente inaccesible para
nuestras exportaciones, el 90% se acomodan en la NAIA en las que sus proyectos
deportivos están más abiertos a los jugadores foráneos. No nos engañemos o eres
un “pura sangre” o no tienes nada que rascar en la D1. NAIA es una competición
de calidad bastante inferior a la D1 y en ella muchos y muchas de los nuestros tienen
la posibilidad de obtener becas completas para los 3-4 años de carrera
universitaria. La virtud de esta competición es poder acceder a buenas
titulaciones en universidades privadas, sobre todo en temas de marketing y
negocios, titulaciones que si gozan de un prestigio importante en el mercado
laboral.
Si se le da
prioridad al tema académico y además tienes pedigrí para el basket, pues es una
grandísima alternativa para hacer las dos cosas. Perfectamente comprensible que
una familia apueste por esta opción que satisface perfectamente ambas
cuestiones cuando el coste es prácticamente cero.
La madre de
mis hijos y yo tenemos claro que el pedigrí tiene que ser muy grande, algo
improbable, para apostar por una formación académica y deportiva al otro lado
del charco. Si hablamos de titulaciones universitarias y formación, España y el
País Vasco en concreto cuentan con modelos educativos excepcionales. La calidad
educativa de la UPV goza de un prestigio importante a nivel nacional e
internacional. Somos de la opinión que el baloncesto (el deporte en general)
tiene que ser una parte importante en la vida de nuestros hijos, pero no lo más
importante.
No estamos
por la labor de “exportarlos” para que estudien carreras universitarias que
tenemos al alcance de la mano a menos de 50 kilómetros, la M. Unibertsitatea es
un ejemplo claro. Tenemos claro que cualquier actividad deportiva, hablamos de
un nivel medio-alto, es perfectamente compatible con los estudios cerca de
casa. Exige mucho esfuerzo y una buena planificación, pero es algo en lo que
estamos dispuestos a invertir. También tenemos claras cuales deben de ser las
prioridades y ellas pasan por un trabajo académico ejemplar en detrimento de un
súper trabajo deportivo que puede acabar cualquier día con una fractura de
rodilla.
Como todo en
la vida se trata de una apuesta y a veces sale bien y a veces sale mal. El
deporte profesional es un coto bastante inaccesible para el 90% de los
deportistas, vivir de él es una auténtica hazaña y desatender/no controlar una
formación académica no pasa por nuestros planes.
La
experiencia vital es un grado y tiene que servir para filtrar esos “cantos de
sirena” que te prometen un súper atleta con una súper formación. Confiar en la constancia
de un o una adolescente de 18 años, en que dé el 100% en estudios y deporte sin
un seguimiento cercano, a día de hoy en mi casa, es mucho confiar.
Quien sabe…….
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