domingo, 26 de febrero de 2012

HE COMIDO CON MIS NIÑAS…….

El sábado acabé muy tocado por la derrota ante el Atco. No tanto por el resultado del encuentro, algo que puede pasar y que pasa en el deporte, y si mucho por las maneras en las que salimos derrotados de Aiete. Mi vida es un pequeño y bendito kaos en el que el basket sólo me daba satisfacciones plenas (al menos no me generaba problemas), mantenía el equilibrio de mi cosmos. Pero toca época de “vacas flacas

Es evidente que no estamos bien. Tenemos un problema de identidad y de fe en nuestras posibilidades. La rutina de trabajo tampoco es que ayude mucho a mantener nuestra intensidad, creo que en los dos últimos meses tan sólo hemos completado una semana entera de entrenamientos, por lo que es “normal” que estas situaciones se produzcan en un grupo que tiene que ir al límite si quiere ser competitivo en esta fase.

Pero, a pesar de que sea relativamente normal esta crisis, el cuerpo técnico teníamos esperanzas de que el “Espíritu Iraurgi” nos ayudase a superar estos momentos delicados. La casta y la garra, indudable seña de identidad de la comarca del Urola, nos tendría que dar el plus que nos faltaría para sacar adelante los enfrentamientos. Lamentablemente, sólo nos ha ayudado a perder de poco, pero sin ninguna opción de victoria.

2/3 es el balance de los enfrentamientos, en esta primara vuelta, contra los equipos del grupo 1 de rendimiento que nos han tocado en suerte. Una mala predisposición espiritual del grupo nos ha hecho dejar de ser competitivos. Los jugadores se han vuelto olvidadizos y no han sabido sacar de sus entrañas ese espíritu que necesitamos, ese espíritu que hace de Iraurgi un club temido y respetado por todo el basket gipuzkoano.

También se han vuelto egoístas y se están saltando a la torera todos los principios que hicimos propios y que nos conjuramos para llevarlos con nosotros hasta la muerte. No quieren trabajar, no quieren sacrificarse para que el equipo vaya a más, tan sólo buscan su autosatisfacción personal, todas sus acciones en el campo y en los entrenamientos las ejecutan con ese objetivo. Están sufriendo un ataque de YO  y han borrado de su vocabulario el significado de la palabra NOSOTROS. Una mala postura cuando individualmente no somos unos virtuosos del basket.

El sábado Mikel y yo tocamos fondo. Lamentablemente nos dimos cuenta que tenemos una patata caliente que tenemos que reconducir URGENTEMENTE si queremos estar a la altura que nos corresponde en la competición. Pero tenemos serias dudas de poder hacerlos solos, sin que la plantilla retome esa conjura que prometimos llevar hasta la muerte esta temporada.

Sentado en el “chino” me guardé el acta del partido en el bolsillo y dejé que mi mente se refugiara en mi “mana” particular, ese que nunca me falla y que me permite seguir manteniendo la esperanza en este deporte y en sus valores. Una vez tuve la suerte de encontrar 11 niñas que cumplieron hasta la muerte el mismo juramente que hizo el Sein. Siendo “tiernas” (6 cadetes de primer año, 1 de segundo y 4 infantiles) demostraron tener los valores que hoy echo de menos en mi equipo y fuimos capaces de competir un 200% por encima de sus posibilidades reales. La única vez que me he sentido entrenador al 100%, la única temporada de la que nunca tendré un recuerdo amargo, la única temporada que en 27 años de profesión me permitió vivir y sentir el basket como nunca lo había hecho.

Ayer las senté a comer conmigo, Judith, Ioar, Maria, Lorena, Esti, Aitziber, Lorea, Leyre, Lorena Gallego, Nekane y Natalia, compartieron conmigo el arroz tres delicias, la ternera con patatas y el mal rollo que tenía en el cuerpo.

Consiguieron que volviera a sonreír y que el túnel no fuera tan oscuro.

Siempre serán mis niñas………….., de momento, nadie ha conseguido ocupar ese lugar de privilegio en mi vida deportiva.

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