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Pues resulta que acabo de ver cumplido mi primer deseo
en lo que a la Copa se refiere. Esta noche mi equipo ha eliminado al anfitrión
en un partido vibrante y a base de muchos cojones, como lo hace siempre que
gana, dando un máster defensivo y haciendo suyo de ese dicho que sale muchas
veces de las bocas de los entrenadores: si
quieres….., puedes. Hoy el Joventut ha querido ganar y lo ha hecho. Hoy ha
dado el primer paso para escribir su nombre en el casillero de ganador de este
maravilloso evento llamado Copa.
Pero no voy a hablar del partido, mi intención es
hablar de un jugador, del mejor jugador del partido, un tal Sergi Vidal. Un “chaval”
que tiene el mérito de ser el mejor sexto
jugador de todos los tiempos de la historia de la ACB, mérito bastante poco
reconocido en el mundo del basket (sobre todo a nivel de medios de
comunicación) pero que le ha permitido ser un jugador respetado en todas las
plantillas profesionales a las que ha pertenecido. Un auténtico profesional y
un trabajador de los que hay que poner de ejemplo a los más jóvenes, una
referencia a imitar.
Hace unos cuantos años, cuando cogió el avión rumbo
a Vitoria, muchos fanáticos en Badalona le tildaron de cobarde y de traidor.
Muchos especularon que se equivocaba y que nunca llegaría a ser un jugador
importante en ningún equipo, que su calidad no era lo suficientemente buena
para estar en la élite. Joventut, Baskonia, Real Madrid, GBC y Unicaja ha sido
su hoja de ruta en este deporte. Ahora ha vuelto a casa, a su casa, la que tuvo
que abandonar profesionalmente para crecer pero que su corazón nunca abandonó.
Sigue siendo el sexto hombre, igual que cuando se fue, sigue siendo una
garantía tenerle en la plantilla.
La diferencia es que ahora es un grandísimo jugador
que disfruta cada segundo que está en el campo, que asume responsabilidades y
que cumple con ellas. 30 minutos en pista, 21 puntos, 100% en tiros de dos, 66%
en tiros de tres, 83% en tiros libres, 2 rebotes, 21 de valoración, el mejor
del partido con 34 años. Posiblemente uno de sus mejores partidos. Siempre sin estridencias,
sin encararse con nadie, con la humildad y el sacrificio como lema de vida.
Hoy ha sido el desatascador que la Penya necesitaba,
ha tirado del equipo en los momentos difíciles y cuando nadie se decidía a
tomar la responsabilidad. Maldonado ha encontrado en él la llave para ganar la
eliminatoria y le ha dejado hacer, consciente de Vidal muy pocas veces se
equivoca en las decisiones que toma en el campo.
Hoy ha saldado una “deuda” moral contraída hace
muchos años cuando decidió coger el avión y venirse a Vitoria a crecer. Hoy ha
dejado que su corazón verdinegro dirija su cuerpo.
Mañana toca el Madrid, ese súper equipo que sufre
para ganar teniendo una súper plantilla. Un grupo de jugadores egocéntricos,
altaneros y soberbios que rinden al 100% cuando quieren y pocas veces lo hacen
todos a la vez. Un grupo de jugadores que no saben lo que es trabajar 40
minutos seguidos y que encima se enfadan con su entrenador cuando éste les
exige que hagan bien su trabajo.
Mañana (bueno, hoy) es un día perfecto para la
épica.
Mañana (bueno, hoy) va a ser uno de los mejores del
Joventut.
Soñar no cuesta dinero, todavía no.
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