La segunda semifinal nos deleitó con un recital de
basket ofensivo, pero defensivamente no fue un encuentro muy enriquecedor. Las
donostiarras del Atlético (campeonas del sector) y las alavesas de San Viator
se volcaron en un juego ofensivo y cuya máxima fue la de meter una canasta más.
No gozaron de unos grandes porcentajes de acierto la verdad, pero para la
poblada y animada grada fue un estilo de juego bien recibido. El partido se
resolvió en el último cuarto (63-57) y nos mantuvo en vilo hasta el último
minuto, mejorando con creces las sensaciones de la semifinal anterior.
Desde la primera posesión nos dejaron claro ambos
equipos que todos sus esfuerzos se centrarían en el ataque. Fue un cuarto de
auténtica locura y que supuso un desgaste físico brutal, porque las jugadoras
se entregaron a tope y derrocharon un pundonor. Tanto Atlético como Sanvi
plantearon defensas presionantes con el objetivo claro de sumar recuperaciones,
arriesgando muchísimo en las líneas de pase y buscando el balón constantemente
en el 1x1. Tanto riesgo conlleva (generalmente) un pobre balance defensivo y
unos desajustes importantes. En ataque apenas existió el juego en estático,
todo fueron contraataques y resoluciones en superioridad. Las donostiarras
estuvieron mucho más acertadas y consiguieron llevarse el cuarto por 23-19.
Ninguno de los dos equipos cambiaron sus
planteamientos en el segundo cuarto, pero el físico se resintió. Volcados en la
presión todo el campo y abandonando por completo el balance defensivo, el
partido se convirtió en un correcalles lleno de pérdidas y malas decisiones. En
ataque los porcentajes de anotación cayeron, las alavesas (superiores a priori
en la pintura) quisieron jugar a resolver rápido y se olvidaron de buscar su
punto fuerte, sin embargo Atlético incidió mucho en las penetraciones y trató
de buscar la ventaja en las continuaciones de los bloqueos directos. Pero el
grado de fatiga era tal que los aros de ambas canastas se cerraron. 11-12 para
las alavesas, pero +3 para las gipuzkoanas camino de los vestuarios y todo por
decidir.
Sanvi consiguió serenar sus hormonas y por fin hacerse
con el control del juego. Se aplicaron menos en la presión y se centraron más
en el trabajo cerca de su aro, impuso su superioridad en la pintura y se hizo
con el control del rebote defensivo. En ataque renunció a correr y buscó
abastecer de balones a sus interiores. Las donostiarras seguían dando muestras
de mucho cansancio y perdió totalmente la frescura ofensiva. Quiso jugar a
intercambiar canastas pero la fortuna les había dado la espalda. El empuje de
la grada les ayudó a reaparecer en los últimos dos minutos y frenar el dominio
alavés. 7-14 para las visitantes.
Pero las alavesas no supieron rematar y ayudaron a
las locales a meterse en el partido de nuevo. Bajaron una marcha en defensa y
las donostiarras empezaron a ver aro con facilidad. Espoleadas por la grada
recuperaron el control del partido y le volvieron a meter un ritmo infernal,
cargaron el rebote ofensivo con fuerza y rentabilizaron los 1x1 a partir del
segundo pase. Así las cosas, a falta de 18 segundos y con Atlético +2 en el
electrónico, vivimos el momento clave del partido. Una antideportiva de libro dio
paso a las protestas reiteradas del técnico alavés que se llevó una técnica y
permitió a las locales cerrar definitivamente el marcador. 22-12 para las de
Aiete que festejaron su trabajada victoria como se merece.
La verdad es que me fui feliz a comerme el bocata.
Me divertí mucho con el segundo encuentro.
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