Antes de escribir sobre los dos eventos, que he
disfrutado a tope este fin de semana, tengo la necesidad de hablar sobre una
percepción que estoy teniendo en las últimas semanas. Desgraciadamente estoy viendo
una involución, absolutamente negativa, sobre la educación y las buenas formas
entre l@s espectador@s, algo que ya tendríamos que tener superado. Por “suerte” l@s colegiad@s son los únicos damnificados
de esta involución, digo “suerte”
porque todavía no he percibido ataques directos de malas formas sobre l@s
jugador@s, pero tiempo al tiempo que seguro que llegarán.
Algo que siempre me he encantado de mi deporte es la
ejemplaridad, la enorme corrección que habitualmente he percibido entre l@s
seguidor@s de los equipos. Por suerte, el basket, siempre se ha diferenciado
del futbol en la cultura que la gente tiene de esta actividad, está claro que l@s
energúmen@s siempre han estado presentes, aunque siempre han sido una minúscula
minoría. Pero últimamente la pasión exacerbada está haciendo perder las formas,
día sí y día también, al personal que se posiciona en la grada. Inútil, payaso,
caradura, sinvergüenza…., son algunas de las lindezas que los trencillas
reciben con mucha asiduidad en las últimas semanas, un ambiente bastante poco
agradable para intentar desarrollar la función más difícil del basket.
Yo he sido el primero en apretar al arbitraje en mis
más de tres décadas vinculado al basket. Reconozco que como entrenador he
recurrido a la presión para desestabilizarlos (algunas veces) o para hacerles
cambiar de criterios cuando he considerado que mis equipos estaban siendo
perjudicados. Es más, recuerdo que en una semifinal de júnior masculina perdí
absolutamente el control y me comporté como un puto energúmeno de mierda desde
la grada, siendo el Director Deportivo del Ointxe, un trencilla recibió toda mi
ira y lo puse al pie de los caballos. El colegiado en cuestión me había
demostrado a lo largo de la temporada que era una persona prepotente y chula,
me atribuí el derecho de vejarlo públicamente sin ningún tipo de pudor. La
verdad es que cada vez que lo recuerdo me avergüenzo de haber obrado de esa
manera, pero sobre todo, lo que más me avergüenza es no haber rectificado y
haberle presentado mis disculpas por esa deplorable actitud, a pesar de haber
coincidido algunas veces después de aquello.
La vida da muchas vueltas y sé que algún día me
cruzaré con él, cuestión que voy a aprovechar para manifestarle mis más
sentidas disculpas. El daño ya no tiene reparación posible, pero creo que tengo
la obligación de hacerlo y lo voy a hacer. De los errores se aprende y posteriormente
he tratado de mantener el debido respeto que toda persona se merece.
Los padres/madres/seguidor@s quieren lo mejor para
sus equipos, quieren verles ganar y quieren que sean respetados en el campo,
algo normal y comprensible pero no a cualquier precio. Arbitrar es muy complicado
y tengo claro que ningún árbitro se levanta un sábado por la mañana con la idea
clara de que va a joder a alguien, es un absoluto error pensar que van con esa
idea. Podrán estar mejor o peor, acertar más o menos, pero el 99.9% de ellos
ponen todo su empeño y toda su buena voluntad en intentar hacerlo lo mejor que
saben.
Faltarles al respeto desde la grada (que no
cuestionar sus decisiones con educación) es ponernos a la altura de los que
encienden bengalas en los campos de futbol, de los que rompen asientos o de los
que quedan para darse una paliza antes del partido. Opinar es libre y todo el
mundo tiene derecho a hacerlo, pero siempre manteniendo unas formas,
aprovecharse de la impunidad de la grada es rastrero y ruin, un pésimo ejemplo
para l@s chic@s que están partiéndose la cara en el campo por ganar. Es
imposible pedir respeto a un@ jugador@ cuando su padre/madre/novi@ les están
dedicando esos cariñosos improperios.
Este sábado por la mañana lo volví a vivir en el
derbi alavés entre Araski y San Viator, algunos personajes zasquearon a los colegiados con generosidad, mucha pasión y mucha
tensión sumadas a la rivalidad deportiva, un mal caldo de cultivo para espectador@s
estresad@s.
Pero por la tarde en Amorebieta fue peor. Un
colegiado sufrió un pinchazo en la rodilla y dio muestras de dolor, por suerte
pudo concluir el partido. Un jugador profesional (ACB) que estaba a pie de
pista presenciándolo se mofó de la situación, hizo bromas con sus compañeros
(también profesionales de este deporte) e incluso le dedicó algún comentario “chisposo” cuando pasó a su lado. Me
pareció patético y lamentable, algo que reafirma mi opinión personal sobre él,
opinión que no voy a manifestar pero que deja nítida la calidad humana de ese
profesional.
También hay jugador@s energúmen@s dentro del
colectivo, gente que cree estar por encima del bien y del mal, gente que luego
va a dar charlas para motivar a l@s niñ@s. No quiero ni pensar en el tipo de
mensajes que lanzará este personaje en esas charlas.
Esa gente que luego se pone una camiseta en la que
pone Respect
al arbitraje.
PÉSIMO EJEMPLO
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