lunes, 28 de noviembre de 2016

PÉSIMO EJEMPLO

Antes de escribir sobre los dos eventos, que he disfrutado a tope este fin de semana, tengo la necesidad de hablar sobre una percepción que estoy teniendo en las últimas semanas. Desgraciadamente estoy viendo una involución, absolutamente negativa, sobre la educación y las buenas formas entre l@s espectador@s, algo que ya tendríamos que tener superado. Por “suerte” l@s colegiad@s son los únicos damnificados de esta involución, digo “suerte” porque todavía no he percibido ataques directos de malas formas sobre l@s jugador@s, pero tiempo al tiempo que seguro que llegarán.

Algo que siempre me he encantado de mi deporte es la ejemplaridad, la enorme corrección que habitualmente he percibido entre l@s seguidor@s de los equipos. Por suerte, el basket, siempre se ha diferenciado del futbol en la cultura que la gente tiene de esta actividad, está claro que l@s energúmen@s siempre han estado presentes, aunque siempre han sido una minúscula minoría. Pero últimamente la pasión exacerbada está haciendo perder las formas, día sí y día también, al personal que se posiciona en la grada. Inútil, payaso, caradura, sinvergüenza…., son algunas de las lindezas que los trencillas reciben con mucha asiduidad en las últimas semanas, un ambiente bastante poco agradable para intentar desarrollar la función más difícil del basket.

Yo he sido el primero en apretar al arbitraje en mis más de tres décadas vinculado al basket. Reconozco que como entrenador he recurrido a la presión para desestabilizarlos (algunas veces) o para hacerles cambiar de criterios cuando he considerado que mis equipos estaban siendo perjudicados. Es más, recuerdo que en una semifinal de júnior masculina perdí absolutamente el control y me comporté como un puto energúmeno de mierda desde la grada, siendo el Director Deportivo del Ointxe, un trencilla recibió toda mi ira y lo puse al pie de los caballos. El colegiado en cuestión me había demostrado a lo largo de la temporada que era una persona prepotente y chula, me atribuí el derecho de vejarlo públicamente sin ningún tipo de pudor. La verdad es que cada vez que lo recuerdo me avergüenzo de haber obrado de esa manera, pero sobre todo, lo que más me avergüenza es no haber rectificado y haberle presentado mis disculpas por esa deplorable actitud, a pesar de haber coincidido algunas veces después de aquello.

La vida da muchas vueltas y sé que algún día me cruzaré con él, cuestión que voy a aprovechar para manifestarle mis más sentidas disculpas. El daño ya no tiene reparación posible, pero creo que tengo la obligación de hacerlo y lo voy a hacer. De los errores se aprende y posteriormente he tratado de mantener el debido respeto que toda persona se merece.

Los padres/madres/seguidor@s quieren lo mejor para sus equipos, quieren verles ganar y quieren que sean respetados en el campo, algo normal y comprensible pero no a cualquier precio. Arbitrar es muy complicado y tengo claro que ningún árbitro se levanta un sábado por la mañana con la idea clara de que va a joder a alguien, es un absoluto error pensar que van con esa idea. Podrán estar mejor o peor, acertar más o menos, pero el 99.9% de ellos ponen todo su empeño y toda su buena voluntad en intentar hacerlo lo mejor que saben.

Faltarles al respeto desde la grada (que no cuestionar sus decisiones con educación) es ponernos a la altura de los que encienden bengalas en los campos de futbol, de los que rompen asientos o de los que quedan para darse una paliza antes del partido. Opinar es libre y todo el mundo tiene derecho a hacerlo, pero siempre manteniendo unas formas, aprovecharse de la impunidad de la grada es rastrero y ruin, un pésimo ejemplo para l@s chic@s que están partiéndose la cara en el campo por ganar. Es imposible pedir respeto a un@ jugador@ cuando su padre/madre/novi@ les están dedicando esos cariñosos improperios.

Este sábado por la mañana lo volví a vivir en el derbi alavés entre Araski y San Viator, algunos personajes zasquearon a los colegiados con generosidad, mucha pasión y mucha tensión sumadas a la rivalidad deportiva, un mal caldo de cultivo para espectador@s estresad@s.

Pero por la tarde en Amorebieta fue peor. Un colegiado sufrió un pinchazo en la rodilla y dio muestras de dolor, por suerte pudo concluir el partido. Un jugador profesional (ACB) que estaba a pie de pista presenciándolo se mofó de la situación, hizo bromas con sus compañeros (también profesionales de este deporte) e incluso le dedicó algún comentario “chisposo” cuando pasó a su lado. Me pareció patético y lamentable, algo que reafirma mi opinión personal sobre él, opinión que no voy a manifestar pero que deja nítida la calidad humana de ese profesional.

También hay jugador@s energúmen@s dentro del colectivo, gente que cree estar por encima del bien y del mal, gente que luego va a dar charlas para motivar a l@s niñ@s. No quiero ni pensar en el tipo de mensajes que lanzará este personaje en esas charlas.

Esa gente que luego se pone una camiseta en la que pone Respect al arbitraje.


PÉSIMO EJEMPLO

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