miércoles, 14 de septiembre de 2016

Aguas turbias

El mundo arbitral ha sido zarandeado por el señor Arteaga. Al árbitro canario le han despedido vía mail y le ha sentado como una patada en las pelotas, así que ni corto ni perezoso se ha puesto a largar como si no hubiera mañana. Claro, se ha dedicado a largar todo lo malo obviando las múltiples cosas buenas que ha conseguido gracias al arbitraje. Seguro que tiene razón y lo que le han hecho es de una falta de respeto total, pero creo que hay que ser un caballero y saber marcharse de los sitios. A otros colegiados les han hecho lo mismo y no les he visto en la prensa.

Según Arteaga los responsables de arbitraje de la ACB no ponen excesivo empeño en su trabajo, se queja amargamente de que las directrices que se marcan son un sinsentido y que ello está provocando que el arbitraje nacional esté siendo muy malo en las últimas temporadas. Ha dejado claro que él siempre ha manifestado su disconformidad con el funcionamiento alzando su voz, repetidamente, en las múltiples reuniones que tienen. Está claro que dice la verdad porque, en la mayoría de los arbitrajes que hemos podido ver esta temporada, se ha podido percibir la falta de coordinación  y la homogeneidad de criterio ha brillado por su ausencia entre los trencillas.

Pero bueno sin ser un defensor acérrimo del colectivo arbitral, a pesar de haber pertenecido a él durante unos cuantos años, he de decir que es una difícil profesión y bastante ingrata. Lo hagan bien o mal, los trencillas casi siempre se llevan la culpa de todo y vivir con esa presión condiciona bastante a la hora de ejercer. La coordinación y el apoyo incondicional de los jerifaltes es fundamental y si no se tiene pues todo se complica mucho más. Como bien dice Arteaga, si el que pita tiene que explicar directrices a los que mandan….., mal andamos.

Pero lo que ha obviado también el señor Arteaga es el poco (más bien inexistente) compañerismo que hay en el colectivo de árbitros. Para la mayoría de los que llegan a la élite, lo más importante es mantenerse a toda costa y para ello hacen lo que haga falta. Si el responsable dice que hay que calzarse al entrenador local (porque aunque lo nieguen esas cosas se hablan) ellos van y lo hacen, si hay que pitar pasos al que no los hace pues se pitan, si hay que pitar técnicas por fingir contacto pues venga….., por docenas en un fin de semana. Los señores colegiados aparcan sus principios y su dignidad y se prestan generosamente a impartir justicia, si el que manda lo dice pues hay que hacerlo y punto, nos olvidamos del sentido común.

Está claro que el deporte profesional es “corrupto” por defecto y esa corrupción está presente en todos los estamentos. Pero también estoy convencido que en el arbitraje (entre los colegiados) no hay maletines, no hay prevaricación, solamente hay unos egos exacerbados que recorren la pista durante los cuarenta minutos haciendo lo que les sale de aquella parte. No sé en qué parte del trayecto hasta la élite, los señores colegiados pierden la humildad y se convierten en unos puñeteros prepotentes. Desconozco cuando se olvidan de esa máxima que te enseñan cuando empiezas: “el mejor arbitraje es el que pasa inadvertido”, ahora lo que está de moda es que los verdaderos protagonistas de los partidos de basket sean los tres entes con silbato que andan por la pista.

Así que me parecen muy bien que Arteaga largue sobre los jefes, pero también debería de largar sobre sus propios ex compañeros y sus actitudes poco conciliadoras tanto fuera como dentro del campo. Si contamos la verdad la contamos toda, no a medias.

Tengo buenos amigos en el colectivo, gente honesta que en su día decidió dejar de ascender porque no le apetecía bajarse los pantalones hasta los tobillos, personas que siguen disfrutando en las categorías de formación con una trayectoria intachable. Ellos decidieron que estar arriba a cualquier precio no les compensaba y demostraron tener la suficiente personalidad para seguir haciendo lo que les gusta sin salir en la tele. Gente que lo mismo pita un nacional que un torneo de pre minis. Esa gente es la que realmente vale y a la que hay que respetar aunque se equivoquen. Esa gente es la que saca adelante las competiciones provinciales, no el ACB que pita un júnior de vez en cuando para justificar su colegiación.

El resto…., que se lo ganen trabajando y sin olvidarse que el mejor arbitraje es aquel en el que no te das cuenta que están en el campo.

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