El sábado por la tarde viví lo que considero una
falta de respeto bastante grave a dos equipos + equipo arbitral + aficionados.
Acudí a Bentaberri para ver un cadete femenino de rendimiento porque tenía
ganas de ver cómo está la liga gipuzkoana en esa categoría. Además se
enfrentaban dos equipos que tienen opciones de meterse en Liga Vasca, así que
se me antojaba un partido de los más interesante. Del partido no voy a hablar
puesto que me marché indignado en el descanso, así que no tengo argumentos para
valorarlo deportivamente, pero si lo voy a hacer de la instalación.
Con un magnífico sol en el cielo salí de Azkoitia
camino a Donosti e hice lo más difícil: encontrar aparcamiento a la primera y
en la puerta del pabellón!!!!!, la tarde empezaba bien!!!!!. Feliz cogí mi
cámara y me dirigí a un pabellón del que tengo grandes recuerdos en mi época
del Ointxe, un júnior por el que nadie apostaba sacó los colores a la élite del
basket gipuzkoano en aquella época con Balza
al frente. Como mandan los cánones solicité el debido permiso para entrar en
recepción y ahí ya me hicieron sentirme un poco estúpido. El canchero ya me
indicó la dirección a seguir con unas formas bastante poco agradables y
tratándome como si fuera tonto. Lo dejé correr, pocos cancheros son agradables
y más un sábado por la tarde.
Para el que no conozca, Bentaberri es un magnífico
pabellón, con un diseño modernista y muy ñoñostiarra,
amplísimo para jugar en módulos y con un suelo estupendo para la práctica de
cualquier actividad deportiva, pero la madera es de color oscuro. Lamentablemente,
el ingeniero que lo diseñó no cayó en
la cuenta de que tener una buena iluminación es fundamental para cualquier
deporte, así que los ventanales son bastante pequeños y la luz natural en invierno
brilla por su ausencia. Este minúsculo detalle que el ingeniero en cuestión no tuvo en cuenta (o no consideró importante)
se soluciona con una buena iluminación artificial, iluminación que tiene pero
que el sábado se reducía a cuatro focos a cada lado del módulo. Conté 10 focos
a cada lado del campo, así que no estaba ni el 50% de la iluminación en
funcionamiento.
Intenté por todos los medios captar instantáneas del
partido, modifiqué todo lo modificable en mi cámara para poder hacerlo, pero
lamentablemente la volví a guardar en la mochila, era imposible conseguir una
calidad mínima. Que no consiga hacer fotos no significa nada, no es ni
importante si nos atenemos a que mis medios no son los mejores del mundo
mundial, pero era evidente y palpable que la iluminación para la práctica
deportiva no reunía unas condiciones aceptables. Entiendo que eran niñas
jugando a basket y que, para muchos, el baloncesto femenino de formación no
está considerado deporte, pero se merecen disfrutar de las mejores condiciones
posibles para practicarlo.
La política de ahorrar el máximo posible de pasta en
los patronatos municipales es una máxima y, en cierta manera es comprensible,
los clubes lo aceptan con resignación y se adaptan a lo que tienen. Pero está
claro que hay unos mínimos que cumplir y es inadmisible que en los días de
competición no se salgan de ese guión preestablecido de economizar al máximo en
gastos. Curiosamente había una competición en la piscina y todas las luces
estaban a pleno funcionamiento, incluso algunas que estaban fuera del área de
la bañera y que no tenían ningún
sentido que estuvieran funcionando. También estaban nadando niñas, quizás es
que la natación es un deporte más adecuado al sexo femenino. ¿Por qué cojones
tenemos luces navideñas en las calles? ¿No somos una sociedad laica? ¿Eso no es
un impresionante derroche de energía? ¿Por qué si yo no quiero tengo que pagar para tenerlas?
Imagino que ninguno de los dos equipos se habrán quejado,
lo habrán considerado lo más normal del mundo, por descontado que el equipo
arbitral tampoco. A pesar de que en el reglamento FIBA se especifica que número
de píxeles mínimos son necesarios para disputar un partido en condiciones, es
algo que se obvia y a lo que no se le da importancia. Bastante tienen los trencillas con lidiar con el juego como
para preocuparse de la iluminación.
Los ayuntamientos ahorran en cosas que,
prácticamente ningún ciudadano, acaba de entender. Eso sí permiten que los
diseños de los pabellones los hagan auténticos ignorantes que pasan de la
austeridad energética y de la sostenibilidad. Los ciudadanos tenemos que tratar
de ahorrar el máximo de energía pero sufrimos en nuestras instalaciones diseños
propios de países como Abu Dhabi, lleno de jeques que se han hecho multimillonarios
vendiéndonos petróleo a los tontos.
PDT: y en la mayoría de campos de futbol, algunos
porteros tienen que usar gafas de sol para ver el balón……………
Mierda de sociedad……….
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