Este tipo de gente prepotente acaba erigiéndose en los
“líderes” en sus colegios y cuadrillas, los que determinan que la disciplina
educativa en la que están inmersos es una mierda y, lo más peligroso de todo,
quien es “guay” o quien es una mierda de persona a la que hay que hacerle
bullying.
Creo que todos tenemos claro que las personas que desarrollan este tipo de acción deleznable son gentes con bastantes pocos valores inculcados en su infancia/adolescencia, etapa en la que el esfuerzo de los progenitores debe de ser máximo y extenuante con el fin de asentar valores sólidos de respeto, armonía y convivencia.
Por desgracia la perseverancia no suele ser el
fuerte en los padres/madres actuales y acaban “pasando” o cediendo a los caprichos
de sus vástagos. Es más fácil “tragar” que decir repetidas veces que no. Se
suelen olvidar que lo que está mal…., está mal….., es muy cansado trabajar y
pelear con ellos para que sean buenas personas. Toma y haz lo que quieras y así
me dejas en paz. Es mejor echar la siesta mientras juega con la tablet de los
cojones que hacer manualidades y ayudar a su creatividad, es mejor meterlo tres
veces por semana en una ludoteca en lugar de llevarlo al parque y jugar con él
(apoyar y reafirmar sus buenas actitudes en la interrelación o reprobar su mala
actitud). Es mejor irme de cena los viernes que llevarte a entrenar para
preparar el partido del sábado.
Yo lo veo con asiduidad en l@s compañer@s de mi hijo
y mi hija, siento esas miradas clavadas en mi nuca cuando abronco a mis hijos
cuando tienen una actitud poco respetuosa, cuando hacen algo que considero
inapropiado. Soy el “ogro” del patio, el que no deja que sus hijos tiren
piedras a la gente, que no les deja que jueguen a pegarse, que rompan ramas de
los árboles o setos, que les piden que compartan sus cosas, el único que no
sienta los cojones en las escaleras y se dedica a mirar en el móvil el puto
facebook o mandar mensajes por wsapp. Persevero y no flojeo, aunque sea
extenuante, la considero mi obligación.
Desgraciadamente como entrenador tenía la misma
actitud. Me cansaba de hablar de valores y de incentivar el sentimiento
colectivo sobre el individual. Razonaba con mis plantillas y les pedía respeto para
con todo el mundo y sacrificio para ser mejor individual y colectivamente. La
temporada pasada me di cuenta de que mi discurso fluía a “contra corriente”,
que estaba gastado. Cuando un chaval de 13/14 años tiene un móvil de 500 euros
para chatear con sus colegas hay poco que hacer.
Por eso ahora me dedico a mis hijos (y a escribir en
el tiempo que me dejan), porque no quiero que sean un niño y una niña del
primer grupo. Voy a seguir fluyendo contra corriente y forzarles a ser “raras avis” dentro del mundo en el que
les ha tocado vivir.
No quiero en mi casa mascotas, quiero personas con
valores “demodé” y que sean líderes
de los buenos, no de los que deciden quien es “guay” o no. Mi granito de arena
contra el bullying.
¿Cuál es el que pones tú?
No nos conocemos pero veo que puedo decir que "respiramos el mismo aire".
ResponderEliminarLo de los superpadres de las "estrellas del futuro" proliferan en estos tiempos como las malas hierbas.
Estos "padresguays", que tanto protegen a sus hijos de entrenadores "ogros", luego hacen dejación de sus funciones a la hora de la formación y educación de sus vástagos para que se conduzcan por la vida de manera más sociable.
Saludos
Josemi