Hace unos años me pronuncié al respecto de estas
fiestas que se vislumbran en la penumbra de diciembre, curiosamente ha sido el
artículo más leído de este blog. Manda huevos que no hable de basket en él, me
da que pensar. Reconozco que el poco entusiasmo sigue anidando en mi cuerpo y
me da una pereza del copón que llegue. Que no me da la gana que me invada el
buen rollo y los buenos deseos. Que le den por el saco a la navidad.
Sin embargo voy a tener que camuflar la mala baba
que me genera estas celebraciones, no me queda otra, los poseedores del 50% del
patrimonio familiar tienen que disfrutar de una manera objetiva de estas
fechas. Para mis hijos tiene que ser una época divertida, pasamos mucho tiempo
juntos, hay muchas luces y muchas actividades especiales, una ruptura de rutina
total. Están en la época de disfrutar a tope de todo el colorido navideño, con
toda su inocencia, sin esas malformaciones de espíritu que nos van saliendo con
los años.
Un árbol de navidad que ya luce en mi casa fue el
pistoletazo pre-festivo, el montaje, la instalación de todos los atrezos
(bombillas incluidas) supuso un subidón para ambos. Para nosotros también es un
subidón ver la ilusión en sus caras en plena faena, a pesar de los gritos por
la indisciplina organizativa la sonrisa no se borró de nuestras caras. Santamasak,
txoronpio, olentzero, año nuevo y reyes, han sido y serán las citas con la
ilusión, por supuesto sin ningún matiz religioso de por medio. Eso ya lo decidirán
ellos cuando crezcan. Animales, carteros zancudos, el señor de barbas, los
saltos de esquí y los tres borbones en camello van a pasar por delante y van a
provocar ilusión.
Yo pienso estar en esas citas porque me apetece sonreír,
tengo ganas de impregnarme de todos esos estímulos positivos que transmiten los
niños en esos momentos. Algún lloro habrá eso es seguro, el señor de barbas
genera confusión, ¿cómo es posible que un señor tan feo sea capaz de ser tan
generoso? Pero bueno serán momentos muy puntuales que también nos harán sonreír
a pesar del susto.
Seguiré respetando a la señora de 83 que me ha
obligado a estar presente en este mundo. Ella sigue a piñón con las tradiciones
y tenemos la obligación de darle un gusto, dejar que se sienta importante,
dejarle que se pegue una innecesaria currada gastronómica que acabaría con el
hambre en algunas zonas de África. Yo no voy a ser el que le diga que no haga
nada, cumpliré religiosamente con los rituales y le transmitiré buen rollo. Hay
cosas que no se deben discutir con una madre.
Seguiré siendo descortés, muy descortés,
extremadamente descortés con la esa parte de la civilización que se empeña en
ser inmaculad@s en esas fechas, es@s que durante el resto de año no hacen más que
dar por el culo pero que se trasforman en sant@s por gracia divina. A mí que ni
se me acerquen.
No pienso mandar ni un puñetero wsap deseando buen
rollito, algo que no pilla de sorpresa a los que me conocen, tanto pasteleo me
pone del hígado. Así que dependiendo de las cantidades de crianza, lo más
probable es que acabe enviando un mensaje deseando una penosa y lamentable
navidad a los más cercanos. Donde hay confianza da asco.
Pues eso……, que la Navidad es una mierda, me mantengo
firme en mis pensamientos.
Que os sea leve.