GRACIAS.
Esta será la palabra más utilizada en este artículo, y es que no puedo mostrar
de ninguna otra manera mi gratitud por haber podido vivir esta experiencia.
GRACIAS a la FGB por darme la
oportunidad; GRACIAS a Luis por hacerme
sentir útil dentro de este grupo: GRACIAS a Aitor, porque sin su colaboración y confianza todo se me hubiese
hecho más difícil; y sobre todo GRACIAS a todos los chicos que han participado
en los entrenamientos y en especial a
los 13 que me han hecho disfrutar como un enano de su calidad, tanto como
jugadores, como personas.
Termino
estas seis semanas con el saco lleno: de buenos momentos, de risas, de
espectáculo, de calidad, de jugadas, de intensidad, de hermanamiento, de saber
compartir, de ideas... y también con una única pena: en el momento de la verdad
no hemos podido ser nosotros mismos. Por nervios, por tener el día malo, porque el
contrario también juega, por lo que sea, pero estuvimos muy atenazados, nos
pesaban las piernas, no nos soltamos en ningún momento y todo ello nos llevó a
no poder mostrar nuestro juego e ir a remolque de Bizkaia en todo momento. No
me importa el haber perdido, sino las sensaciones que nos dejó (creo que a
todos) ese partido.
Aún así teníamos
la posibilidad de recuperando nuestro juego, ganar contra Araba e incluso,
ganar el Campeonato. Y hubo un momento en que creí que era posible. Tras una
primera parte en la que en defensa trabajamos bien pero en ataque no
encontramos fluidez, en el tercer cuarto vi por primera vez al equipo que
habíamos entrenado durante las últimas semanas. Un equipo con chispa, peleando
todos los balones, asustando al contrario con su viveza. Los locales se vieron
arrollados por un equipo que empezaba a disfrutar del juego de la pelotita. Acabó el tercer cuarto con +7 para los de
azul y nuestras miradas en el banquillo transmitieron lo mismo: nos lo llevamos. Pero un 6 a 0 de
parcial (con triple a tablero incluido) al comienzo del último cuarto dio alas
a los alaveses y nos las cortó a nosotros. Incomprensiblemente nos vinimos
abajo. De la chispa pasamos a la cabeza baja, a la tristeza, al querer y no
poder, al mismo equipo que jugó el día anterior contra Bizkaia. No supimos, o
no pudimos hacer frente a los últimos minutos, y caímos frente a los campeones
del torneo.
Y aún y
todo, me voy con una sonrisa, la
misma sonrisa que espero encontrar en cada uno de los integrantes de esta
selección cada vez que nos veamos en las canchas o fuera de ellas. Porque la
experiencia se lo merece, porque el grupo que hemos creado se lo merece, porque
ellos se lo merecen, porque el baloncesto se lo merece.
ESKERRIK
ASKO!
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