Con el permiso de Aitor Uriondo he tomado unas
palabras suyas para escribir el título de este SU artículo. Tiene el honor de
ser el primer entrenador en la historia del GBC y el último del Hondarribia-Irun. Pero en sus 25 años en los banquillos
numerosos conjuntos han sido los que han pasado por su mano. Siempre con el
balón y la canasta en mente, además de comentar algún que otro partido para la
tele, para la radio, etc., gasta su tiempo en proyectos como SKA-Trainer, en su
trabajo como profesor y sobre todo en su familia.
Pero como los entrenadores sacan tiempo hasta debajo
de las piedras, en verano le llegó la oportunidad de aumentar su bagaje en el
basket femenino de la mano del Araski
de Vitoria y el Alien le llevó a
aceptar la propuesta. Ya pasados unos meses y en frío le hemos pedido que nos
cuente cómo se las arregla, cómo son sus viajes en coche y cuáles son sus
sentimientos. Estas son sus palabras:
Adaptando
la letra de la canción ¿QUE HACE UN ENTRENADOR COMO TU EN UN EQUIPO COMO ESTE?
Digamos que
la palabra clave pasa por ENTRENAR. El
entrenador necesita entrenar y sentir el PLACER de hacer aquello que le
apasiona. No entrenar resulta frustrante
y cada vez que un club muestra interés por uno, el respeto y la curiosidad
surgen de manera instintiva.
En el caso
del club dirigido por Livia López la llamada llego mientras descansaba tirado
en una playa andaluza. El interés, la
energía y las ganas que mostraron para que fuese yo quien se hiciese cargo del
equipo de LF2 me hizo girar la cabeza hacia la capital alavesa.
Baloncesto
femenino, en el que tengo una corta experiencia, y a más de 100km de mi casa. Una
locura. Fue mi primera reflexión.
Trabajando
como profesor en San Sebastián, una hija de once años, responsabilidades
familiares, inmerso en diversos proyectos e ideas, recorrer cada día más de
200km llegando a casa pasadas las once de la noche, y subiéndome al Bus cada fin de semana para
recorrer infinidad de kilómetro. ¡¡UFF!!
Fue mi primera reacción.
Tras
escuchar en diversas conversaciones a los responsables del proyecto, nuevamente,
y ya van unas cuantas en mi carrera deportiva, se volvía a encender un “Alien”
en mi interior que iba en contra de todo argumento racional.
El “Yin” me
decía, no te compliques la vida. ¿Qué
necesidad tienes? En cambio el “Yang” al que hago caso casi siempre me empujaba
a aceptar la oferta. Uno me decía: mucho
estrés, riesgo en la carretera, no sabes lo que te vas a encontrar en ese club,
¿cómo te vas a organizar con el curro, con la familia? Ante ello, había que
hablar con mi representante, es decir con la mujer que comparto mis locuras
diarias. Su respuesta fue, ¿Por qué no?
Si es lo que llevas haciendo desde hace 25 años, y no sabes vivir sin ello.
Ante esa
contestación tenía que volver a hablar con mi amigo de fatigas el “Yang”. ¿Estrés?
¿Haciendo lo que te apasiona? Imposible,
me decía. ¿Dificultades? Todas,
murmuraba. Eso es lo apasionante de
entrenar. Responder y superar dificultades,
y contratiempos. Si en el fondo es lo
que te pone. ¿Cansancio? Ya descansaras en verano que los profes tenéis muchas
vacaciones. Además estas hecho un
chaval. Blanco y en botella…
La decisión
fue tomada en el mes de Agosto, y llegados a finales de noviembre las dificultades
están siendo extremas. Incorporaciones
tardías, lesiones y enfermedades de todo tipo, falta de adaptación en algún
caso, un nivel de juego inconsistente, y más, y más, y más.
¡¡Excusas!!
Nadie me vendió que esto fuese a ser
fácil, y ese es el mayor atractivo que tiene el arte de entrenar. Superar dificultades, responder a las
expectativas y complacer deportivamente a quienes han creído en ti. Contar con unas jugadoras comprometidas, y un
cuadro técnico que a muchos entrenadores les gustaría tener, es motivación suficiente
para ponerse al volante cada día.
Además
quien me iba a decir que las dos horas de conducción me están sirviendo como
espacio de meditación para encontrar respuestas a las necesidades técnicas,
tácticas o emocionales del equipo.
Dos
horas diarias de pensar única y exclusivamente en la mejora del equipo.
Sentirse
entrenador no es cuestión de la categoría en la que juegas, el sueldo que
cobras o los partidos que ganas o pierdes.
Pienso que el grado de esfuerzo y sacrificio determina el verdadero
AMOR
por una PROFESIÓN que nos hace sentir cosas que difícilmente se pueden
encontrar en otro lugar.
ESKERRIK ASKO AITOR!
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