sábado, 6 de diciembre de 2014

Sentirse entrenador: Amor por una profesión (Jokin Etxebarria)

Con el permiso de Aitor Uriondo he tomado unas palabras suyas para escribir el título de este SU artículo. Tiene el honor de ser el primer entrenador en la historia del GBC y el último del Hondarribia-Irun.  Pero en sus 25 años en los banquillos numerosos conjuntos han sido los que han pasado por su mano. Siempre con el balón y la canasta en mente, además de comentar algún que otro partido para la tele, para la radio, etc., gasta su tiempo en proyectos como SKA-Trainer, en su trabajo como profesor y sobre todo en su familia.

Pero como los entrenadores sacan tiempo hasta debajo de las piedras, en verano le llegó la oportunidad de aumentar su bagaje en el basket femenino de la mano del Araski de Vitoria y el Alien le llevó a aceptar la propuesta. Ya pasados unos meses y en frío le hemos pedido que nos cuente cómo se las arregla, cómo son sus viajes en coche y cuáles son sus sentimientos. Estas son sus palabras:  

Adaptando la letra de la canción ¿QUE HACE UN ENTRENADOR COMO TU EN UN EQUIPO COMO ESTE?

Digamos que la palabra clave pasa por ENTRENAR.  El entrenador necesita entrenar y sentir el PLACER de hacer aquello que le apasiona.  No entrenar resulta frustrante y cada vez que un club muestra interés por uno, el respeto y la curiosidad surgen de manera instintiva. 
En el caso del club dirigido por Livia López la llamada llego mientras descansaba tirado en una playa andaluza.  El interés, la energía y las ganas que mostraron para que fuese yo quien se hiciese cargo del equipo de LF2 me hizo girar la cabeza hacia la capital alavesa. 

Baloncesto femenino, en el que tengo una corta experiencia, y a más de 100km de mi casa. Una locura.  Fue mi primera reflexión. 

Trabajando como profesor en San Sebastián, una hija de once años, responsabilidades familiares, inmerso en diversos proyectos e ideas, recorrer cada día más de 200km llegando a casa pasadas las once de la noche,  y subiéndome al Bus cada fin de semana para recorrer infinidad de kilómetro.  ¡¡UFF!! Fue mi primera reacción.

Tras escuchar en diversas conversaciones a los responsables del proyecto, nuevamente, y ya van unas cuantas en mi carrera deportiva, se volvía a encender un “Alien” en mi interior que iba en contra de todo argumento racional. 

El “Yin” me decía, no te compliques la vida.  ¿Qué necesidad tienes? En cambio el “Yang” al que hago caso casi siempre me empujaba a aceptar la oferta.  Uno me decía: mucho estrés, riesgo en la carretera, no sabes lo que te vas a encontrar en ese club, ¿cómo te vas a organizar con el curro, con la familia? Ante ello, había que hablar con mi representante, es decir con la mujer que comparto mis locuras diarias.  Su respuesta fue, ¿Por qué no? Si es lo que llevas haciendo desde hace 25 años, y no sabes vivir sin ello. 

Ante esa contestación tenía que volver a hablar con mi amigo de fatigas el “Yang”. ¿Estrés? ¿Haciendo lo que te apasiona?  Imposible, me decía.  ¿Dificultades? Todas, murmuraba.  Eso es lo apasionante de entrenar.  Responder y superar dificultades, y contratiempos.  Si en el fondo es lo que te pone. ¿Cansancio? Ya descansaras en verano que los profes tenéis muchas vacaciones.  Además estas hecho un chaval. Blanco y en botella…

La decisión fue tomada en el mes de Agosto, y llegados a finales de noviembre las dificultades están siendo extremas.  Incorporaciones tardías, lesiones y enfermedades de todo tipo, falta de adaptación en algún caso, un nivel de juego inconsistente, y más, y más, y más.  

¡¡Excusas!!   Nadie me vendió que esto fuese a ser fácil, y ese es el mayor atractivo que tiene el arte de entrenar.  Superar dificultades, responder a las expectativas y complacer deportivamente a quienes han creído en ti.  Contar con unas jugadoras comprometidas, y un cuadro técnico que a muchos entrenadores les gustaría tener, es motivación suficiente para ponerse al volante cada día.
Además quien me iba a decir que las dos horas de conducción me están sirviendo como espacio de meditación para encontrar respuestas a las necesidades técnicas, tácticas o emocionales del equipo.  

Dos horas diarias de pensar única y exclusivamente en la mejora del equipo. 

Sentirse entrenador no es cuestión de la categoría en la que juegas, el sueldo que cobras o los partidos que ganas o pierdes.  Pienso que el grado de esfuerzo y sacrificio determina el verdadero 

AMOR por una PROFESIÓN que nos hace sentir cosas que difícilmente se pueden encontrar en otro lugar.


ESKERRIK ASKO AITOR!

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