REFLEXIONES

Estos días mi mente ha abierto otra puerta que estaba cerrada, un espacio que tiene que permanecer bloqueado, mi situación familiar así me lo exige. Cuando superas tu cambio de rango social y tomas conciencia de los beneficios temporales que te da ser un parado, porque también tiene cosas positivas, tu cerebro se desliga de la rutina que lo embulle y fluyen los sentimientos escondidos.

Esta semana me he sentido triste, deportivamente hablando, la añoranza ha invadido mi cuerpo y me he dado cuenta de lo que echo de menos el basket y sobre todo a su gente.

Porque 27 años de actividad baloncestística hacen de tu vida algo diferente, se convierte en una forma de vida sectaria que te engancha más cada segundo que la vives. Entrenar tres días a la semana se convierte en una necesidad, algo que tienes que hacer obligatoriamente durante 8 meses al año y  no precisamente por los éxitos deportivos que cosechas. Aunque si lo analizas fríamente, el entreno, es el menor de tus problemas. Esas tres sesiones son, principalmente, tu excusa para comerte la cabeza durante el resto de la semana planificando el trabajo a realizar y plasmando en ellos cuales son los objetivos a conseguir. Objetivos que a menudo no llegan a cumplirse, con la mala ostia que eso nos produce.

Pero no nos engañemos lo que más me mola (y creo que a casi todo el mundo de la pizarra) es la dirección de equipo en los partidos. Ese envenenado juego de ajedrez que desarrollas durante 40 minutos, en el que el movimiento de piezas y la toma de decisiones son primordiales, esos minutos en los que toda tu vida se concentra en esos 28 x 14 y el resto del mundo se para, tu mente solo piensa en cómo meter la bola en esas canastas a 3.05 metros de altura. Ese subidón descontrolado de la adrenalina de tu cuerpo……, no tiene precio. Si además ganas………….., éxtasis total.

Pero ante todo y sobre todo, he pensado en la gente que ha ido compartiendo (a lo largo de estos años) mi vida deportiva. Gente en la que has depositado tu confianza como técnico y como persona. Gente con la que he compartido un pedazo importantísimo de mi currículum vitae, con las que he vivido los mejores momentos en una cancha y también los peores. Personas que a veces te han decepcionado (pocas por suerte) pero que en su mayoría te han aportado ilusión y amistad, que han hecho que valores como algo positivo llevar tanto tiempo embarcado en esta cruzada del basket.

Mikel (la sombra) es, sin duda, la persona con la que he vivido una parte importantísima de mi existencia vital en esto del basket, mi eterno ayudante, mi eterno compañero de coche. 10 años de compromiso mutuo, de respeto, de confianza, de compartir una filosofía del juego, de creer en ella hasta las últimas consecuencias. Una persona que sabes que jamás te va a dejar tirado. Es difícil ganarse mi confianza, pero sabe que la tiene y que cuando vuelva a los banquillos será con él a mi lado. Somos y seremos pareja de hecho hasta el fin de nuestros días.

Pero también me he acordado de Igor Torres, Carlos Larrea, Eduardo Pérez de Arenaza, Rubén del Pozo, Antonio Valeta, Patxi del Rio, Juanma Foj, Zuhaitz González, .............. Con todos ellos he vivido las mejores experiencias de mi vida deportiva, compañeros de cancha, de cubatas, de comidas y cenas………., todos ellos han sido responsables de que yo ame este deporte, pero sobre todo han conseguido que siga teniendo fe en las personas. También he vivido los momentos malos (por descontado), pero ellos han estado también ahí y han sido capaces de dar su apoyo cuando el resto te da la espalda.

Quizás por ello en mi agenda los describo como amigos y no como gente del basket.

También hay sombras, todos las tenemos, pero chico……….., no sé qué me pasa que apenas duran unas décimas en mis reflexiones………….., no pierdo más tiempo en esos estímulos negativos…………, se trata de sumar ilusión, no de restarla.

Gente buena…………, buena gente…………..