Ha pasado una semana desde que aterrizamos en casa
tras la sobredosis de basket del Torneo de Hospitalet, semana en la que he
tenido que convivir con los múltiples virus que “generosamente” ha compartido
mi hijo con toda la familia. Así que ando bastante retrasado en el tema de las
fotos, pero espero poder terminarlo en breve. Llega el momento de hacer balance
de lo vivido allí.
Deportivamente ha sido muy reconfortante ver el
basket de alto nivel que han desplegado la mayoría de los equipos, Barcelona,
Joventut y Gran Canaria han demostrado que son aspirantes a estar en lo más
alto en el próximo campeonato estatal. Equipos muy serios y con una cantidad de
recursos infinita. Quizás el único “pero” que se le pueda achacar a estos
equipos (Barcelona y Gran Canaria sobre todo) el elevado porcentaje de “becados”
no nacionales, pero el baloncesto de élite está así y no hay más. Por
descontado que hay que hacer hincapié en el espectacular torneo de los
Anfitriones del Torrons Vicens que se plantaron en semifinales a base de
corazón y grandes dosis de espíritu de superación.
Los equipos foráneos han flirteado con las luces y las sombras, algunos han
decepcionado en cuanto a actitud sobre todo en el caso de Panathinaikos del que
esperábamos mucho más empuje y carácter. Alba Berlín y Olimpija Ljubljana si
que le han echado narices pero deportivamente no daban para mucho más de lo que
nos han enseñado. Cedevita acusó en exceso la baja de Antonio Jordano y la
derrota ante el Joventut en el que fue (a mi modo de ver) bastante perjudicado
por el arbitraje. Talento y baloncesto tenían, pero lamentablemente su moral
cayó en picado y eso se reflejó en el campo ante los anfitriones quedándose fuera
del cuadro de honor del torneo.
La verdad es que ha sido una experiencia increíble y
muy reconfortante. Técnica y tácticamente hemos recopilado grandes dosis de
información, difícil de aplicar en el baloncesto que vivimos en nuestro
entorno, pero que nos ayuda a darnos cuenta de que estamos en “pañales” en muchas facetas de este
deporte en Euskadi. Cualquier de las tres selecciones que vi en el autonómico
júnior hubiera quedado última en Hospitalet.
La organización se merece un sobresaliente puesto
que todo ha ido como la seda, si ha existido algún problema no hemos sido capaces
de detectarlo y eso es fruto del enorme callo que tienen en desarrollar este
evento. 38 ediciones son muchas y dan para pulir (y solventar sin que sea
perceptible) hasta el infinito todos los pequeños inconvenientes que siempre
surgen.
La sombra
y yo hemos disfrutado plenamente de esas 72 horas intensas de basket. Un poco
de mono sí que teníamos de baloncesto de alto nivel y creo que hemos saciado
con creces esa necesidad. A pesar del palizón del viaje nuestro nivel de
satisfacción ha sido muy alto. Yo personalmente me he sentido feliz de poder
compartir con un buen amigo esta experiencia.
Como digo en el título, se me va a hacer difícil
volver a la realidad del basket que vivo. Imagino que la próxima semana tendré
un pequeño bajón, vea el basket que vea, pero esa es la realidad que vivo y hay
que volver a ponerse el chip. No me costará mucho readaptarme pero el bajón
seguro que llegará, es inevitable después de haber vivido tantísimo talento.
Hemos hecho un par de vídeos en el que valoramos a
nuestra manera el basket que hemos vivido. El primer corte os los dejos en este
post, pero la segunda parte la tendréis que buscar en mis redes sociales, si os
apetece vaya. Yo me he divertido mucho haciéndolo, pero claro igual a vosotros
nos os gusta una mierda……
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