No quisiera
que mi titular se malentendiera, creando una dependencia de una jugadora sobre
un equipo. Nunca entrará en mi filosofía baloncestística el UNO por encima del TODO. Creo que este es un deporte de
equipo, de actuar en conjunto y que si un jugador sobresale tiene que ser
porque los demás han trabajado como mulas para que eso suceda. Si sobresale sin trabajo de equipo, pocas
veces se conseguirá la victoria.
Pero lo que
está claro es que Arantxa Novo fue, es y será el claro referente del Club Deportivo Ibaeta. El año pasado las
de Azu Muguruza debutaron en LF 1 y
no pasaron apuros gracias en gran medida a los casi 18 puntos y 21 de
valoración de media de la base. Este año ha vuelto a empezar con fuerza, porque
a pesar de los 9 puntos conseguidos en la primera jornada ante el Gernika, con
los 21 al Conquero y sobre todo los 24 al Campus Promete ya está en 18 de
media. Todo le hará falta a un equipo que tiene 10 jugadoras de casa y solamente una extranjera para hacer frente a
una liga en el que el claro objetivo debe ser la permanencia.
La generación del 91 ha dado grandes jugadoras al
baloncesto femenino y muchas de ellas juegan en la UPV, como Leyre Diaz, Onintza Aduriz, Laura Arroyo
o la ya casi donostiarra Miriam Forasté.
Todas ellas, a pesar de su juventud tienen que adoptar un papel muy importante
en la plantilla. Eso puede suponer un peligro y es que la falta de veteranía puede hacer que tengan
dificultades tanto para cerrar los
partidos como para ensuciarlos cuando
pintan bastos. Pero si todo ello lo superan con su calidad...
Tanto Novo como
Olabarria tendrán que contagiar la
madurez necesaria a las de Azu Muguruza. Y la estadounidense Jeanise Randolph tendrá que empezar a
aportar más que lo que ha hecho hasta ahora (toda jugadora necesita un tiempo
de adaptación) bajo los aros, sobre todo en cuanto a puntos se refiere.
Será una
temporada difícil, pero para que un equipo funcione bien, le hace falta una
buena directora de orquesta, y la UPV lo tiene.